Un par de siglos atrás me encontré con una escalera que me bajaba a la luna, la tomé y la volteé, entonces me llevó al sol. Volví a mover la escalera y ahora subí, me llevó a la pupila de tus ojos donde dormí al ras de tu iris, tomé la escalera de nuevo y la coloqué de costado y acabe en un mundo donde no hay arriba y abajo. Desde entonces, cada vez que muevo la escalera termino en el mismo mundo.
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